Etapa 11: A Laxe - Outeiro

Hoy es el penúltimo día de nuestra aventura. Tenemos una extraña sensación, por una parte alegría porque ya queda muy poco para llegar a Santiago, y por otra pena porque se nos acaba el Camino, otro Camino más.

Como siempre, para no perder la costumbre

madrugamos mucho, desayunamos en el albergue y comenzamos a caminar siendo aun noche cerrada. Seguimos las indicaciones de un azulejo con la vieira a la salida del albergue y en unos metros nos sitúa en el arcén de la N-525 por el que recorremos los primeros pasos del día. Esta es una carretera incómoda para caminar porque los coches circulan muy rápido, menos mal que a esa hora el tráfico es escaso.

Pronto el camino se desvía afortunadamente hacia senderos pero en el resto de la etapa frecuentemente hay que volver a la carretera, principalmente para cruzarla.
Este sendero nos lleva hasta un antiguo puente de estilo medieval y después, por una dura subida empedrada, llegamos a Taboada.
También atravesamos Silleda, otra importante población, a juzgar por su tamaño, y cuando llegamos A Bandeira paramos en la terraza de un bar a tomar un café que nos presta un montón. Carmen y Carlos prefieren seguir para no enfriar. Unos kilómetros más adelante los alcanzamos y seguimos juntos.

Al bajar hacia el valle del río Ulla podemos contemplar el impresionante viaducto que están construyendo para la vía del AVE y que cruza el río a gran altura. Nosotros lo cruzamos por la población A Ponte Ulla y desde aquí, por una pista forestal de tierra blanca que refleja mucho el calor ya fuerte por la hora del día, llegamos por fín al albergue O Outeiro. Carmen y Carlos, viendo la corta distancia que queda para llegar a Santiago, prefieren continuar y llegar este día, pero nosotros, después de los más de 33 Km. Caminados hoy, preferimos quedarnos y llegar al día siguiente.

El albergue es uno mas de la Xunta, de moderna construcción y muy bien equipado, pero está un poco alejado. Para comer tenemos que bajar hasta el único bar de la zona, a mas de 800 mts. Por la tarde se hace más llevadero, después de un merecido descanso con una buena siesta, bajamos a cenar tranquilamente dando un paseo.

Aquí también coincidimos con la pareja que hace el Camino a caballo, y una vez más comprobamos el arduo trabajo de atender a los caballos una vez que llegan al albergue